Una persona exitosa no es la más inteligente o la más preparada, sino la que mejor se adapta a sus circunstancias. Este es un principio que se conoce muy bien en las filas del ámbito productivo.
Lo anterior viene a cuenta porque en las semanas recientes se han alzado algunas cuantas voces, desde el sector empresarial, que insisten en que López Obrador debe reconsiderar la designación de Carlos Lomelí Bolaños como futuro Delegado de Programas Integrales de Desarrollo en Jalisco.
Más allá de preguntarnos sobre la pertinencia o no de este tipo de expresiones –cada quien es libre de pedir lo que le venga en gana-, lo que conviene cuestionarnos es qué hay detrás de ello; resulta extraño, por no decir sospechoso, que alguien salga a dar una rueda de prensa u ofrezca una entrevista para plantear que el industrial farmacéutico no es la persona indicada para atender la mencionada responsabilidad.
Más aún, afirmar que su condición de excandidato al gobierno del Estado y haber sido adversario de Enrique Alfaro lo descarta para asumir el precitado compromiso, es un auténtico despropósito en términos democráticos.
En esta tesitura, resulta imposible ignorar la visita que hizo a nuestra entidad el pasado jueves, quien será el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo; como es público, en la reunión que sostuvo con industriales convocados por su amigo José Luis González Íñigo, hubo quienes –me dicen que sólo tres renombrados empresarios- se pronunciaron a favor de que su enlace directo con la federación fuera éste último, lo que de modo implícito, significa que no desean acordar con Carlos Lomelí.
Me confían algunos asistentes que más por diplomacia que por ganas, Romo Garza aceptó la propuesta, pero bajo la advertencia de que él no estaba en dicho encuentro para hacer grilla, sino para coadyuvar en la atención a la agenda presentada por las autollamadas cúpulas empresariales y los asistentes a la cita.
Por cierto, sé de muy buena fuente que el expresidente del corporativo La Moderna, adelantó su retorno a la Ciudad de México ante la actitud arrogante de algunos de los presentes. “Se sintió incómodo y por eso solicitó a su equipo adelantar su regreso”, se me dijo.
Ahora bien, ¿es válido que el selecto grupo de industriales, comerciantes y empresarios –por cierto, no todos los que se presentaron lo son- que acudió a la convocatoria de González Íñigo prefieran otra línea de comunicación y entendimiento con el gobierno federal? La respuesta es un contundente sí.
Nadie con tres dedos de frente puede siquiera suponer lo contrario; sin embargo, hay que poner sobre la mesa de la reflexión un par de variables dignas de ser consideradas.
Para comenzar, hay que destacar que por ahora se desconocen las reglas de operación que regirán a las Delegaciones de Programas Integrales de Desarrollo, por lo tanto, aún ignoramos los alcances y atribuciones que tendrán sus titulares. Así pues, cualquier debate basado en especulaciones o temores, se vuelve insumo para el cotilleo barato.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el paradigma con el que se gobernó durante décadas está a punto de caducar; ese modelo está a cosa de semanas de su desaparición, de tal manera que todos estamos llamados a encontrar nuevas fórmulas de convivencia entre los unos y los otros.
Yo estoy seguro que hombres como Xavier Orendáin de Obeso, el propio José Luis González Íñigo, Jacobo Cabrera Palos, Abraham González Uyeda, y otros más, abonarán a que en Jalisco se dé una transición armoniosa y colaborativa. No hay necesidad de abrir flancos ni de provocar ánimos hostiles contra nadie ni contra nada.
Y es que hay otra realidad que todos debemos reconocer, el 99 por ciento de los emprendedores en Jalisco no tiene la oportunidad de traer a un convite a Alfonso Romo para exponer sus inquietudes y hasta sus exigencias, pero de seguro sí podrán acercarse al próximo Delegado y a la estructura organizacional que lo acompañará.
Así las cosas, y sin duda alguna, Andrés Manuel López Obrador atenderá a los industriales más ricos de Jalisco, pero con quien se entenderá siempre, será con Carlos Lomelí.