Se ha especulado mucho sobre la forma en que habrá de ejercer el poder Andrés Manuel López Obrador, no ha descansado prácticamente desde la elección, -se podría decir que su luna de miel con su gran triunfo nunca comenzó-, y a pesar de que aún no es presidente electo formalmente ya ha esbozado la forma en que pretende supuestamente acendrar el centralismo, designando coordinadores estatales en las 32 entidades de la Federación para que operen y sean el único punto de enlace entre los gobernadores electos por el pueblo y el presidente de la República y también el único punto de enlace entre los gobernadores y los diversos integrantes del gabinete presidencial, tanto los secretarios de despacho, como de los directores de instituciones del gabinete ampliado.
No son pocas las reacciones y comentarios que ha generado esta ocurrencia de AMLO en diversos sentidos, sobre todo, se coincide en que habrá un problema de operatividad y que es imposible que un solo personaje pueda atender, operar y coordinar los trabajos de más de 80 dependencias federales en una que tiene Delegación en una entidad como Jalisco y que pueda ser viable operar así; el tema tiene que ver con una búsqueda de mayor control desde el centro del poder, muy diferente al planteamiento que hice siendo candidato al gobierno de Jalisco por el Partido Verde; en un proyecto contundente que presenté, dejé de manifiesto la pretensión de desaparecer algunas Delegaciones de Secretarías de Estado como Turismo, Cultura, Economía, SEDATU, SEDESOL, Comisión Nacional del Agua y SEMARNAT, entre otras, para efecto de que las labores que estas delegaciones realizan en la entidad pudieran realizarlas la dependencia estatal correspondiente mediante un convenio con la dependencia federal y así aliviar y bajar burocracia y eficientar la operatividad de los programas.
Pero todo ello, era en el ánimo de fortalecer el federalismo no de debilitarlo; lo que se busca ahora, de acuerdo a la lectura que se da al planteamiento de Andrés Manuel es lo contrario, y parece difícil sino imposible que el presidente de la República pueda acordar con 32 delegados estales más al menos 30 o 40 funcionarios de primer nivel de su gobierno, me parece que es totalmente complejo, difícil, imposible!
Será prudente esperar, habrá que ver si más adelante surgen los lineamientos claros de cómo operarán estos personajes una vez que López Obrador sea presidente electo ya formalmente y quizá logre el acuerdo con el presidente actual, con Enrique Peña Nieto y que los partidos políticos que tienen hoy en día mayoría y la forma de coordinar la aprobación de reformas legislativas puedan desde ahora ir previendo los lineamientos de cómo trabajarán estas nuevas figuras que se pretende incoar.
López Obrador ha dejado ver, -porque hasta ahora es un trascendido ya que no hay una formalidad todavía en sus nombramientos-, que estas nuevas figuras son para generar mayor control y menor corrupción, pero va en contra de la teoría general que dice que a mayor monopolio de las decisiones y de las acciones y a mayor discrecionalidad y menores normas, formas y criterios generales establecidos se incrementa el peligro de la corrupción.
Es muy complejo para una sola persona, como se ha dicho que será por ejemplo el caso de Jalisco, que pueda lograr operar y coordinar 83 representaciones, delegaciones o instancias con presencia en Jalisco de las diferentes dependencias federales sin que esto genere un problema de burocracia, de aletargamiento, y sobre todo de empoderamiento excesivo en detrimento del debilitamiento del estado.
No queda más que esperar, habrá que ver cómo se formalizan estas nuevas formas de operar la administración pública federal en cuanto a su presencia en entidades federativas y a ver cómo esto resulta en favor del federalismo, en favor de los ciudadanos, de los estados de la República, y no simplemente en favor de quien va a empoderarse demasiado como Delegado o Virrey y de un poder omnímodo en manos de un solo personaje central.
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