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La cosecha de Morena

Considerado —a confesión de parte— como el “partido de moda”, hoy Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) hace honor a su eslogan, pues se ha convertido en “la esperanza” para un nutrido y variopinto grupo de políticos en fuga.

Atrás quedó la estridencia con la que más de alguno de los hoy conversos y fervorosos seguidores del Peje, llegaron a sumarse al coro contra el tabasqueño para calificarlo como una amenaza para México.

El pragmatismo desbordado por estos días, ha sido azuzado por la persistente presencia de Andrés Manuel López Obrador como puntero de prácticamente todas las encuestas rumbo a la Presidencia de la República.

Después de desastrosos gobiernos del PAN y del PRI, fue inevitable que las simpatías cayeran —tan solo por la ley de probabilidades— en torno a la persona que tiene dos sexenios en campaña y que, además, no puede ser juzgado por una labor de gobierno que nunca ha ostentado.

El fenómeno de López Obrador ha ocasionado un “viraje hacia la izquierda” insospechado en la historia reciente de Jalisco, donde tradicionalmente AMLO no conseguía votaciones de dos dígitos.

La pregunta es si el efecto de arrastre que López Obrador ha generado en el país, alcanza para posicionar a Carlos Lomelí, el candidato a la gubernatura, de tal forma que pueda rebasar al puntero local de las encuestas, Enrique Alfaro, lo que se antoja difícil.

Con la deserción de números priistas, panistas y algunos más de Movimiento Ciudadano para engrosar las filas de Morena, está claro que al menos en la clase política local muchos se están pasando a la izquierda en razón de que han visto que en esta ocasión el nopal si tiene tunas.

Pero el cálculo va orientado a disputar espacios locales en distintas regiones del estado como alcaldías, alguna diputación directa, pero sobre todo colarse en diputaciones por representación proporcional y repechaje, así como en las planillas de regidores y, si las encuestas no fallan, estar del lado correcto cuando por fin Andrés Manuel López Obrador obtenga la presidencia.

Después de todo, el gobierno federal es numeroso en su extensa burocracia que incluye delegaciones, puestos de distintos rangos y cientos de espacios donde se pueda contribuir al cambio en México, no importa que saltaran de un tren a otro ni que lo hayan hecho al cuarto para las doce.

La cosecha de Morena en las últimas semanas a reserva de la pizca que siga en la intercampaña antes del arranque de las campañas formales, no parece ser una valiosa incorporación de cuadros que vayan a propiciar una auténtica revolución en Jalisco.

Con sus escasas excepciones, quienes se suman hoy al movimiento de AMLO, son personajes que fueron ignorados en sus partidos a partir de ambiciones personales, que no les cumplieron acuerdos o de plano que fueron desechados por no estar en el ánimo de quienes ostentan el poder.

Pero a diferencia de lo que piensa López Obrador rebosante de amor y paz, quienes arriban a Morena no pasan por un proceso de purificación instantánea.

Todos, hasta los “mejores cuadros” —en caso que los haya—, llegan a las nuevas filas con sus seguidores, pero también con ánimos de venganza, con discordia y con el fardo de haberse formado en una cultura política salpicada de mañas, de soberbia y en algunos casos con pasados oscuros.

Por eso es extraño que el “partido de moda” no haya desplegado un filtro para reservarse el derecho de admisión y que al contrario reciba a quien sea que toque sus puertas.

Porque en la marabunta de los que arriban en esta singular cosecha, hay quienes de plano difícilmente podrían calzarse la armadura que necesitarán para comenzar a luchar contra “la mafia del poder”.

• Paralelo Veinte

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