En medio de la enésima disputa por el agua entre Guanajuato y Jalisco, en tiempos del gobernador Francisco Ramírez Acuña, un diputado local perredista argumentó: “que recuerde Jalisco que las gallinas de arriba zurran a las de abajo”.
El conflicto tenía que ver con las presas de Yuriria y Solís que estaban a reventar, en tanto que el lago de Chapala vivía otra de sus acostumbradas crisis por falta de agua.
Pese a que la Comisión Nacional del Agua ordenó la apertura de compuertas de las presas para que fluyera el líquido al Río Lerma y de ahí a Chapala, los agricultores impidieron las maniobras.
Han pasado más de diez años de aquel episodio y la nueva edición de los pleitos por el agua sucede en Los Altos de Jalisco con la presa El Zapotillo.
Todo comenzó con el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 7 de abril de 1995 por el que determina el uso de las aguas del Río Verde para uso doméstico y urbano.
Establece además que el estado de Guanajuato tiene derecho a recibir 3.8 metros cúbicos por segundo. Derivado de lo anterior, la Comisión Nacional del Agua anuncia la construcción de la presa El Zapotillo, un acueducto de 140 kilómetros hasta la ciudad de León, Guanajuato; una planta potabilizadora y un tanque regulador para el acueducto.
Según el “Libro Blanco” sobre la presa elaborado por el Gobierno de Guanajuato, toda la obra se planeó en función de una cortina de 105 metros y no sobre 80 metros. Los volúmenes beneficiarían a un millón 95 mil habitantes de León; 316 mil de Los Altos y 950 mil de la zona metropolitana de Guadalajara.
De acuerdo con el documento, fueron desechados La Cuña-Loma Larga por sus suelos permeables y San Nicolás, “por presentar problemas de tipo social”, pero no se hace alusión a las tres poblaciones que se van a inundar: Temacapulín, Acasico y Palmarejo, mucho menos de los conflictos sociales por la oposición al embalse.
La polémica por las aguas del Río Verde subieron de tono con la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación publicada el 11 de octubre de 2013 en el que deja sin efecto la ampliación de la cortina de la presa hasta 105 metros con lo que regresa al esquema original de 80 metros de altura.
De cualquier forma, Guanajuato reclama hacer efectivo sus 3.8 metros cúbicos, mientras que el gobernador Aristóteles Sandoval advierte que no permitirán que el vecino estado se lleve más agua que la que reciba Jalisco.
Esta vez, a diferencia de lo que advertía el folclórico diputado guanajuatense con las aguas del Lerma, las gallinas cambiaron de lugar.