Fieles a una tradición de décadas muy enraizada en su estilo de hacer política, el PRI en Jalisco tiene prácticamente “planchado” el tema de su candidato a la presidencia municipal de Guadalajara en la figura de Ricardo Villanueva Lomelí.
Aunque ha mantenido el juego de abrir las cartas para permitir que se apunten los aspirantes, la maquinaria del tricolor ya trabaja en el terreno para el ex secretario de Planeación, Administración y Finanzas del gobierno estatal.
Hace unos días, el delegado regional del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en Jalisco, Fernando Moreno Peña, se reunió con el diputado local y dirigente priísta tapatío, Miguel Castro Reynoso, para notificarle que hay todas las simpatías del partido para impulsar a Villanueva a la candidatura. En pocas palabras, “lo bajó” de la contienda.
El destino de Miguel Castro estaría en una candidatura a diputado federal por el distrito 14 o incorporarse al gabinete estatal en una cartera de secretario.
Las mismas señales fueron enviadas a otros contendientes como fue el caso de Eduardo Almaguer, secretario del trabajo o los diputados Trinidad Padilla López y Leobardo Alcalá Padilla. A estos últimos les ofrecerían curules locales y federales, aunque está por verse si son en calidad de plurinominales.
El caso de Claudia Delgadillo es aparte. La diputada federal ha mantenido un activismo político desafiante con quienes toman las decisiones en el PRI. Sin embargo, lejos de ser una ruptura, contribuirá al escenario del tricolor para la decisión final.
No es la fórmula de candidato único la que se prevé para el caso de Villanueva, sino un proceso local que le permita al aspirante dos cosas: primero, fortalecer su imagen como ganador de un proceso interno y segundo, contar con el tiempo en medios y el financiamiento que le permite la precampaña.
Por supuesto que el ejercicio conlleva riesgos. Algunos personajes en el seno del partido, han manifestado su descuerdo con las formas como se ha llevado todo el proceso previo y amenazan con rebelarse.
La falta de operación es evidente y esto ha desbocado las aspiraciones de muchos que no han sabido atenerse a una máxima en la política: “no hay que confundir las ganas, con las posibilidades”.
El camino no será fácil para Villanueva porque al margen del posible conflicto interno, la cuesta que hay que subir es demasiado empinada. Tiene que fabricar una imagen conocida y popular que según las últimas encuestas no la tiene y confrontar a Enrique Alfaro con prácticamente dos años en campaña.
El programa colocado en bandeja de plata para servir de catapulta a su proyecto político, la bici pública, ni siquiera estuvo a tiempo para gozar de sus beneficios mediáticamente. Al contrario, una deficiente campaña de lanzamiento y una nula labor de sensibilización entre la ciudadanía, convirtieron a “Mi Bici” en una excelente iniciativa, pero poco conocida.
Y no es que el PRI vaya a retornar a su fórmula del “dedazo”. Conocedor de los tiempos sabe que hoy más que nunca la forma es el fondo. Esto no será necesario, en la naturaleza de los priístas, persiste un elemento genético que permite a los militantes percibir las señales que se desplazan imperceptibles en el movimiento del viento y elegir siempre al “bueno”.
Sin importar proyectos o equipos, la “cargada” es sabia y atina siempre.
Cuentan que cuando Carlos Salinas reunió a los dirigentes de los sectores del PRI y les expresó que diversos liderazgos del partido le habían comentado que habían elegido a Luis Donaldo Colosio como el candidato a la presidencia, Fidel Velázquez, el viejo zorro de la CTM le dijo: “Nos adivinó el pensamiento señor presidente”.