Por Carlos Martínez Macías
La proliferación de torres en la zona metropolitana de Guadalajara, es un fenómeno que no parece tener fin. A pesar de las implicaciones que esto representa por el colapso de servicios públicos y vialidades, el crecimiento de desarrollos verticales sigue desbordado.
En los últimos años, la ciudad ha registrado un explosivo aumento de este tipo de edificaciones, lo que ha puesto en evidencia la falta de planeación ya que se avecina un problema mayúsculo tan solo en el tema de la movilidad.
La metrópoli crece hacia el cielo, pero las vialidades siguen en la tierra y sin planes maestros, rutas alternas o ampliación de avenidas, el caos está asegurado.
A partir de 2010, Guadalajara comenzó a registrar proyectos verticales con edificios de uso mixto de comercio y departamentos de más de 20 niveles, especialmente en los municipios de Guadalajara y Zapopan y en colonias como Providencia, Vallarta, Colomos, Puerta de Hierro, entre otras.
Tan solo en 2023, fueron registrados en Guadalajara 291 proyectos de esta naturaleza, convirtiendo a la zona metropolitana con el mayor número de desarrollos verticales.
Aunque especialistas consideran que es recomendable y hasta inevitable en las ciudades el crecimiento vertical, éste ha propiciado un encarecimiento en los precios de las unidades nuevas que se comercializan en la metrópoli.
De acuerdo con análisis del mercado, en 2010, el precio por metro cuadrado para estos departamentos en estas torres, era de 16 mil pesos; mientras que para el 2023 alcanzaba ya los 47 mil pesos y seguía creciendo a un ritmo de más de 20 por ciento anual, al grado de que hay zonas donde alcanza los 70 mil pesos metro cuadrado.
Los proyectos verticales en la zona metropolitana de Guadalajara, pasaron de 54 en 2010 a 291 en 2023, lo que ha detonado un boom inmobiliario de este tipo de construcciones.
Desde 2022, Guadalajara encabeza el mercado de venta de este tipo de unidades a nivel nacional, por encima de la Ciudad de México. Sin embargo, expertos advierten también que se ha dado el fenómeno de “financiarización”, donde personas adquieren viviendas para especular, pero no las habitan.
Los desarrollos tienen también la particularidad de ser de uso mixto, que es una moda que ha estado presente en los últimos años. A las torres de departamentos, se unen espacios para oficinas, zonas comerciales y amenidades que complementan este tipo de edificaciones.
Estos proyectos en la zona metropolitana de Guadalajara, impactan directamente en los costos de servicios para las fincas aledañas, el volumen de agua potable y el colapso de vialidades, como los casos de Andares, Valle Real, entre otras, donde la circulación vehicular es un martirio.
El problema de este crecimiento inmobiliario desmedido, es que las autoridades no parecen percatarse de la bomba de tiempo que está fabricándose y siguen autorizando usos de suelo para este tipo de edificios.
En su momento, Tlajomulco otorgó decenas de permisos para nuevos fraccionamientos sin contar con la posibilidad de garantizar los servicios públicos elementales, lo que propició “monstruos” como Chulavista o Santa Fe, complejos de miles de viviendas, donde existen cientos de fincas vacías o que han propiciado el incremento del hacinamiento o delincuencia.
¿Cómo siguen otorgando factibilidades para agua potable? ¿Cómo se dan luz verde para nuevos desarrollos verticales a sabiendas de los colapsos que se avecinan?
Hace unos meses, el Instituto Metropolitano de Planeación aprobó un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, para establecer límites y darse una nueva oportunidad para encauzar el crecimiento de la zona metropolitana.
La medida aprobada con el aval de los nueve municipios que la integran, intenta acotar las áreas de reserva urbanas y prohibir edificaciones en algunos lugares debido a la incapacidad de otorgar los servicios básicos.
Sin embargo, los planes parecen no tocar zonas exclusivas de la ciudad, donde se sigue creciendo hacia el cielo, sin tomar en cuenta lo que pasa a nivel del suelo.