Puerto Vallarta, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de México, enfrenta un problema creciente que amenaza su movilidad y calidad de vida: los embotellamientos vehiculares. La falta de rutas alternas para ingresar al centro de la ciudad y el aumento constante del parque vehicular han provocado que los habitantes y visitantes sufran largos tiempos de espera en el tráfico. Este problema se agrava durante las temporadas altas de turismo, cuando miles de automóviles adicionales saturan las vialidades principales.
El municipio cuenta con solo dos rutas principales de acceso: la avenida Francisco Medina Ascencio, que conecta el Aeropuerto Internacional con la zona centro, y la avenida Libramiento Luis Donaldo Colosio, que cruza la ciudad desde el norte hacia el sur. Ambas vialidades, diseñadas décadas atrás, han quedado obsoletas frente al crecimiento urbano y turístico del puerto. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el parque vehicular de Puerto Vallarta ha crecido un 45% en la última década, alcanzando más de 140,000 vehículos registrados en 2024.
El resultado de esta saturación se refleja en los tiempos de traslado. Estudios de movilidad realizados por el gobierno municipal indican que los habitantes pierden en promedio 40 minutos al día en el tráfico, mientras que en horas pico, como de las 8:00 a las 10:00 de la mañana y de las 6:00 a las 8:00 de la noche, los tiempos pueden duplicarse. Durante la temporada vacacional, cuando el número de vehículos puede aumentar hasta en un 30%, estos retrasos se extienden aún más, afectando tanto a locales como a turistas.
Uno de los puntos más críticos se encuentra en el cruce de la avenida Medina Ascencio con las calles que llevan hacia la zona romántica y el malecón. Este tramo, que debería ser un punto ágil de conexión, se convierte en un cuello de botella debido a la gran afluencia de automóviles y transporte público. Además, las calles adoquinadas del centro histórico, que son un atractivo turístico, complican la movilidad por su estrechez y limitaciones de capacidad.
A pesar de que las autoridades han identificado la necesidad de una vía alterna, los avances en el proyecto del nuevo libramiento sur han sido mínimos. Planeado para conectar la zona de Ixtapa con Mismaloya, este libramiento prometía descongestionar el tráfico de la avenida Medina Ascencio y reducir en un 25% los tiempos de traslado hacia el sur del municipio. Sin embargo, problemas de financiamiento y permisos han retrasado su construcción durante más de una década.
La falta de soluciones inmediatas también afecta la economía local. Comerciantes del centro de la ciudad reportan pérdidas por la disminución de clientes que prefieren evitar las largas filas de automóviles, especialmente en días festivos. Asimismo, los taxistas y conductores de plataformas digitales enfrentan mayores costos operativos debido al aumento en el consumo de gasolina durante los embotellamientos.
El turismo, uno de los pilares de la economía de Puerto Vallarta, tampoco está exento del impacto. Visitantes que llegan al aeropuerto o a la terminal marítima encuentran que su primer contacto con el puerto es un interminable recorrido entre vehículos. Algunos hoteles han comenzado a ofrecer traslados privados como solución, pero esto no resuelve el problema de fondo.
Organizaciones civiles y expertos en urbanismo han propuesto soluciones como la ampliación del transporte público, la creación de ciclovías y el fomento del transporte colectivo en zonas clave. Sin embargo, estas iniciativas han avanzado lentamente debido a la falta de recursos y voluntad política. Además, la topografía montañosa de la región limita las opciones de expansión vial.
En medio de esta crisis de movilidad, la comunidad demanda acciones concretas. Proyectos como el libramiento sur deben convertirse en una prioridad para evitar que el problema de tráfico crezca al punto de afectar aún más la calidad de vida de los vallartenses y la experiencia de los turistas.
Puerto Vallarta, con su encanto natural y atractivo turístico, enfrenta el desafío de encontrar soluciones viables para un problema que, si no se aborda pronto, podría comprometer el desarrollo sostenible de este paradisiaco destino. Mientras tanto, el tráfico se convierte en un recordatorio diario de la necesidad de una mejor planeación urbana.