Por Carlos Martínez Macías
Considerada como una de las más importantes obras de movilidad del gobierno estatal, la llamada “Línea 4” del Tren Eléctrico Urbano, fue planeada en realidad con un evidente cálculo político para favorecer a Tlajomulco, bastión de Movimiento Ciudadano, quien sumará el sexto gobierno municipal seguido.
En el afán de cumplir con una promesa de campaña, el proyecto camina contra reloj para estar listo antes de que concluya la administración naranja, sin reparar que desafía planes y operaciones de este tipo de transportes colectivos.
La idea de contar con un sistema masivo de movilidad, nació a la par de la introducción del metro en la Ciudad de México a fines de los sesentas, cuando Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país, justificó que merecía contar con una infraestructura similar.
El primero de los planes maestros ocurrió en 1975, cuando se plantearon tres trazos. El primero que iría de Isla Raza al Auditorio Benito Juárez, un trayecto parecido al de la actual Línea 1; el segundo de Tetlán a la Minerva, como el de la Línea 2, aunque solo llega a Federalismo y el tercero, de Zapopan a Tlaquepaque, el derrotero que tiene la Línea 3.
El entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, presentó en 1989 un nuevo plan con cuatro recorridos distintos: Periférico Norte al Sur; Periférico Oriente al Poniente; Mexicaltzingo a Nueva Central Camionera y Normal a Zapopan.
Ya con la operación de las Líneas 1 y 2, se propuso en 1994 la ampliación para contar con cinco más para sumar siete.
La Línea 3 que iría de Zapopan-Ávila Camacho-Washington y hasta 8 de julio; la 4 de Belisario Domínguez hasta el Parque Solidaridad Iberoamericana; la 5 desde la Unidad Río Verde a Toluquilla; la 6 de Mariano Otero hasta Tonalá y la 7, de la avenida Revolución a la colonia Santa Paula.
Ninguno de los proyectos consideró atender a Tlajomulco, porque seguía la lógica de brindar el servicio a zonas densamente pobladas, colonias populares con décadas de historia y quienes reclamaban un mejor servicio.
Hay quienes indican que el transporte masivo detona el desarrollo (como en Tlajomulco), pero el eterno dilema es favorecer a nuevos habitantes, o cubrir la necesidad de vecinos que tienen años esperando un mejor transporte.
En 2003, como herencia del gobierno de Guillermo Sánchez Magaña en Tlajomulco, surgieron decenas de fraccionamientos irregulares que detonaron un explosivo crecimiento en ese municipio.
En ese tiempo, difundí en Notisistema y Radio Metrópoli, el reportaje “Tlajomulco, pastel de tierra”, donde denuncié el colapso que sufrirían los servicios públicos municipales para atender la demanda de decenas de miles de nuevos habitantes de la zona.
Pues la historia está a punto de repetirse con la construcción de la bautizada “Línea 4”, que detonará el crecimiento en el municipio e impactará entre seis y ocho mil hectáreas por donde correrá el trazo y donde ya se preparan nuevos desarrollos habitacionales de inversionistas “con suerte” que adquirieron los terrenos.
Pero el tren diseñado para Tlajomulco, es un monumento a lo irracional. No formará parte del Sistema del Tren Eléctrico Urbano, ya que no se conecta con las líneas 1, 2 y 3 y simplemente enlazará con estaciones de los camiones BRT que operan en el periférico y la Calzada Independencia, que ni siquiera son eléctricos.
Especialistas consultados, me comentan que son sistemas distintos en cuanto a flujo de pasajeros y modelos de operación. El gobierno estatal señala que la llamada “Línea 4” movilizará a 106 mil pasajeros por día, lo que contrasta con la capacidad de los camiones articulados de Mi Macro Periférico y Mi Macro Calzada, que en horas pico ya son rebasados y tendrán que atender la nueva demanda.
Por todo esto, los especialistas que consulté, se niegan a llamarle Línea 4. Dicen que es un tren ligero que vendrá de Tlajomulco.