“Que vengan las autoridades, que terminen ya con tanto cobro de piso, tanta extorsión (…). No nos dejan trabajar, y lo que trabajamos, desafortunadamente, es para el crimen organizado. Le pedimos a las autoridades: vengan y hagan su trabajo” dijo en un video grabado la semana pasada Hipólito Mora, fundador de los grupos civiles de autodefensa de Michoacán, que nacieron para enfrentar al crimen organizado en el occidente de México, y quien fue asesinado el pasado jueves en un ataque armado contra su vehículo.
Dos camionetas cerraron el paso a los dos vehículos en los que viajaban Mora y sus escoltas, sobre los que dispararon antes de prender fuego a uno de ellos y darse a la fuga. De acuerdo con la Fiscalía Estatal fueron casi mil tiros los que dispararon.
Cuando las autoridades llegaron al lugar, Mora yacía sin vida con quemaduras en la mayor parte de su cuerpo. Tres de sus escoltas, que según la Fiscalía le fueron asignados como medida de protección por el gobierno estatal, también perdieron la vida.
El asesinato tuvo lugar en La Ruana, un pequeño pueblo del municipio de Buenavista donde Mora tenía su hogar y desde donde encabezó en 2013 la creación de los grupos de autodefensa que surgieron para combatir al cartel conocido como Los Caballeros Templarios.
En imágenes compartidas en redes sociales se ve la camioneta de Mora en llamas y otros vehículos con orificios de bala. También se escuchan largas ráfagas de lo que parecen armas de gran calibre.
Mora, de 67 años, ya había denunciado repetidas amenazas y ataques en su contra por parte de presuntos sicarios, el último hace menos de cuatro meses.
Las autoridades le habían pedido a Mora quedarse en la capital Morelia para no correr riesgo ante las amenazas, pero él prefirió permanecer en su comunidad.
Desde su origen, algunos de los grupos de autodefensas sufrieron un desgaste por sus presuntos vínculos con el crimen organizado, de lo que siempre responsabilizaron a exnarcotraficantes y otros delincuentes infiltrados en el grupo tras su creación.
Hasta el momento, ninguna persona resultó detenida por el asesinato ni hay información sobre qué grupo podría estar detrás del crimen.
El periodista del diario Milenio Óscar Balderas desveló que a inicios de junio mantuvo una conversación con Mora, quien le aseguró que sabía que Los Viagras -brazo armado de la organización de narcotraficantes Cárteles Unidos- iban a matarlo por haber ayudado a las autoridades a encontrar varios narcolaboratorios en la zona.
Mora sabía que su cabeza tenía un precio y había denunciado diversas amenazas en su contra de manera sistemática en los últimos años.
El líder comunitario había sobrevivido a un primer atentado en noviembre de 2022, pero sus escoltas lo neutralizaron al abatir a dos presuntos sicarios.
El pasado mes de marzo, sufrió un nuevo ataque a balazos aunque logró sobrevivir sin heridas de gravedad.
Poco antes, también había denunciado que sicarios de Los Viagras se paseaban con armas de fuego en La Ruana pese a la presencia policial y militar, por lo que aseguró que no descartaba que se acabaran reactivando las autodefensas.
Pese a las amenazas, seguía denunciando al crimen organizado en cuanto tenía ocasión, como hizo en el último video publicado en su cuenta de Facebook días atrás.
Hace tan solo unas semanas, volvió a reconocer sentir que su muerte estaba muy cerca.
“A mí ya me queda poco tiempo aquí. Como yo no me voy a mover de Michoacán, la gente que anda tras de mí no va a descansar hasta matarme. Yo no llego vivo a Navidad”, predijo en conversación con Milenio y en la que aseguró no arrepentirse de su labor en los últimos años ni tener intención de callarse.
Mora, agricultor limonero, cobró fama tras levantarse en armas el 24 de febrero de 2013 contra el cartel autodenominado como Los Caballeros Templarios por las continuas extorsiones y amenazas que recibía la población civil.
Bajo su liderazgo, vecinos de Michoacán -principalmente agricultores y ganaderos- tomaron las armas para defender sus pueblos y cultivos y se organizaron en grupos de autodefensa que hicieron frente con furia a los criminales.
El enfrentamiento entre ambos grupos fue tan grave que el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, envió a Michoacán a un enviado especial con la intención de apaciguar la situación.
En 2014, autoridades y vigilantes comunitarios firmaron un acuerdo para la institucionalización de las autodefensas y sus miembros fueron invitados a ingresar en la Fuerza Rural Estatal, un cuerpo policial creado para fortalecer el combate al crimen en la entidad.
A finales de ese mismo año, uno de los hijos de Mora que también formaba parte de las autodefensas murió en un enfrentamiento con el grupo de un líder comunitario rival.
Pero las autodefensas que surgieron en diversas zonas del país estuvieron también envueltos en polémica ante las acusaciones de que algunos de sus miembros acabaron teniendo vínculos con el propio crimen organizado.
Mora reconoció que el levantamiento armado resultó contaminado, pero que se debió a la actividad de miembros infiltrados que provenían de Los Caballeros Templarios.
Tuvo varias incursiones en la política. En 2015, Mora fue registrado como candidato a diputado del partido Movimiento Ciudadano, aunque no ganó el puesto. En 2021, compitió por la gubernatura de Michoacán de la mano del Partido Encuentro Solidario en una elección que acabó ganando Ramírez Bedolla.
El presidente Andrés Manuel López Obrador expresó calificó el asesinato como un «remanente» de la violencia que se permitió en el pasado; acusó al expresidente Felipe Calderón de declarar la guerra al narcotráfico durante su sexenio, lo que, según él, contribuyó al aumento de la violencia en el país.
Cuando se le cuestionó en la conferencia mañanera del viernes 30 de junio sobre el asesinato de Hipólito Mora, el presidente López Obrador responsabilizó a Calderón de utilizar métodos duros contra los narcotraficantes y también señaló a los medios de comunicación por informar sensacionalistamente sobre el atentado contra el exautodefensa.
Hipólito Mora pidió ayuda a las autoridades pero no llegaron, y sí los sicarios que lo ultimaron, disparándole en casi mil ocasiones.
Mora estaba convencido de que iba a ser ejecutado. Y así fue. Tres meses antes de que fuera asesinado en su natal Michoacán, tras otro atentado en el que uno de sus escoltas resultó herido, escribió una carta para que fuera leída tras su deceso.
«Que mi muerte no sea en vano, lo dije en muchas ocasiones, sabía que este día llegaría. Lo dije: me voy a morir peleando».
«Sólo quiero que mi muerte no sea en vano, que los michoacanos, que todos presumimos bravura, seamos valientes una vez y acabemos con este mal que nos tiene en el suelo. Que los policías vean que tienen la fuerza para acabar con esto».
«Que el gobierno, el que esté en el momento de mi muerte, se fije en los ciudadanos antes que en sus campañas o en sus bolsillos. Yo nunca acepté sobornos ni intimidaciones, luché sin recibir nada a cambio más que el cariño de la gente».
«Los que no me querían eran los chicos malos, yo estaré con mi hijo Manolo y le diré a la muerte: donde estabas, por qué me huías tanto».
«Que mi muerte no sea en vano, y tanto mi familia como mis amigos y mis fieles seguidores hagan lo que tengan que hacer para que la lucha que yo empecé siga siendo por una causa justa para los ciudadanos».
«Aquí y en el otro mundo soy y seguiré siendo Hipólito Mora Chávez».
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