*Con atención especial a los cabildos y congresos estatales del país.
Corría el año 2016. Era sábado 13 de agosto por la tarde. En el cruce de las calles Flores y Gardenias de la colonia Lomas de Tabachines en Zapopan, en un apretado patio, la abuela lavaba la ropa acompañada de su nietecito de apenas dos años. Detrás de ellos, estaba un perro de la raza Pitbull, que sin motivo aparente, y aunque estaba sujeto a una cadena, se zafó y atrapó al infante entre sus colmillos.
En segundos, debido a una poderosa y brutal sacudida, le destrozó el cuello desangrándolo hasta morir. A decir de la mujer, ésta intentó salvarlo pegándole al can con una escoba, lo que resultó inútil. Fue entonces que con la ayuda de sus vecinos, llamó a emergencias. Luego de varios minutos, acudieron bomberos y policías. Cabe mencionar que sólo con un balazo certero a la cabeza del animal, es que por fin pudo rescatarse el cuerpo del pequeño.
Otro episodio lamentable se dio el 21 de septiembre del año 2019 en la colonia Lomas del Cuatro en Tlaquepaque. Un Pitbull atacó a una niña de siete años, quien falleció a consecuencia de las mordeduras en cara, cráneo, tórax y extremidades. Los testigos contaron que la pequeñita vivía cerca de donde fue agredida y estaba al cuidado de su abuela, pues su madre trabajaba cuando, la mañana de ese viernes, apareció la tragedia. Por los testimonios recabados supimos que la niña jugaba con un amiguito y cuando se correteaban, el feroz can salió de su casa para perseguir y atacar a la menor. Se dijo después que fue imposible auxiliarla porque nadie pudo abrirle el hocico.
Hace poco, apenas el 21 de diciembre del año pasado, en la Ciudad de México sucedió otra desgracia similar. En la alcaldía Miguel Hidalgo un menor de cinco años murió a consecuencia del ataque de un Pitbull.
Según las autoridades el pequeñito se encontraba al interior de su domicilio cuando vino la mortal embestida.
Lo anterior viene a cuenta porque este 17 de enero, de nuevo un varoncito de seis años, perdió la vida en la Cruz Verde Federalismo tras ser mordido. En unos cuantos medios afirmaron que se trató de un Bóxer, lo que es inexacto. En realidad fue un Pitbull.
La agresión ocurrió en el domicilio del menor (colonia Vistas del Centinela, en Zapopan) cuando volvía de la escuela. El niño falleció por profundos daños en la cabeza, rostro y garganta.
Mis amistades saben que hace años fui criador de perros. Por eso conozco de razas y sé que al Pitbull no se le debe considerar una mascota común. En su genotipo (información genética) se aloja un instinto en extremo agresivo; y es que estos fueron desarrollados (cruza de bulldog y terrier) en el siglo XIX para protagonizar peleas sangrientas con bestias como los toros.
Los Pitbull forman parte de la lista que se conoce como Perros Potencialmente Peligrosos (PPP); en este catálogo también destacan los Boerboel, Tosa Inu, Dogo Argentino, Mastín Tibetano y Fila Brasileiro.
Conviene resaltar que en un buen número de condados de Canadá y Estados Unidos, así como en naciones europeas, está prohibida su crianza y posesión. Suecia, Noruega, Islandia y Reino Unido son muestra de ello.
En algunas regiones de España, Francia e Italia, por ley, existen controles estrictos y registros permanentemente actualizados para monitorear tanto al perro como a los propietarios.
No está por demás comentar que en ciertas latitudes de Asia y Europa, cuando se refieren a esta raza, la llaman “mata niños”.
Es verdad, no estamos en condiciones para asegurar que todos los Pitbull son letales; sin embargo, contamos con un par de situaciones que nadie puede refutar.
Una, es que tenemos suficiente evidencia de que este animal ha provocado la muerte de cientos de personas –bebés, niños y adultos- a lo largo del tiempo y ancho del planeta. Y dos, que no hay veterinario que niegue que esta variedad es riesgosamente impredecible porque tienen un temperamento no lineal, y cuando agrede –ya sea a extraños o a sus propios amos- existen altas probabilidades de que ocasione lesiones severas hasta lograr la muerte de su víctima. Debido a esto, se les clasifica como perros de presa.
Bien harían los regidores y diputados del país en abordar este asunto con la seriedad que amerita. Claro que estallarán los ánimos de ese sector de la población que romantiza a los perros queriéndolos tratar como gente.
Cosa muy diferente es contar con la compañía de un Golden Retriever o Border Collie, pero nos referimos a una raza que necesita ser regulada y supervisada por su tremenda agresividad. No cualquiera es apto para manejar un ejemplar así.
Al respecto abunda material legislativo y experiencias positivas alrededor del mundo.
Vale la pena atender este tema para evitar más pena y dolor.
@oscarabrego111
@DeFrentealPoder