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Le sale barato devastar a México


A casi cuatro años de haber tomado el control de nuestro país, podemos afirmar que la devastación que ha causado le ha salido bastante barata al presidente Andrés Manuel López Obrador, que gracias a su base y sin duda al clientelismo de sus programas sociales, ha logrado mantenerse sin que se haya configurado un enorme daño, como el que quizá ya debería haber sufrido en su popularidad el mandatario tabasqueño que pese a todo, mantiene números favorables en la percepción de la gente según registran algunas encuestas, con todo y sus reservas.

Hasta ahora, a López Obrador le han salido baratos sus errores; ya sea porque los ha escondido bien, porque ha sabido desviar la atención, porque culpa a sus antecesores, porque tiene otros datos, porque su narrativa se impone o por cualquier otra razón.

Ese listado de malas decisiones lo encabeza la cancelación de contratos con empresas farmacéuticas sin tener un plan B para adquirirlas con otras compañías y sin haber resuelto previamente el asunto de la distribución. Este capricho junto a la desaparición del Seguro Popular para dar paso al INSABI, constituyen el más contundente golpe al sector salud en los últimos años y la seguridad social de millones de mexicanos que vieron interrumpidos sus diversos tratamientos; miles han fallecido esperando sus quimioterapias, -incluyendo niños-. El daño ha sido mayúsculo y aún prevalece el desabasto de medicamentos.

La cancelación también de la construcción del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), ha sido otro de los mayores yerros del actual presidente, -quien se empecinó en echarlo abajo con la falsa narrativa de la corrupción que no ha podido ni querido comprobar-, para dar paso a su capricho de construir el Felipe Ángeles, convertido hoy en día en uno de sus más grandes fracasos, al tratarse de un aeropuerto en el que la gente no quiere volar y menos aún las líneas aéreas internacionales. Seis vuelos máximos por día constituyen el tremendo fiasco.

El Tren Maya, aún sin saber cuándo terminará, cuál será el tramo definitivo, cuánto costará, y si tendrá el éxito esperado por el actual régimen, constituye otro se los más severos problemas que enfrenta López Obrador a causa de su empecinamiento de construirlo sin la debida planeación. Y aún cuando pesan sobre él ya críticas, amparos, y denuncias, todavía no se alcanza a ver cómo finalizará y el costo político que se pagará por el enorme daño a la selva.

Otro ejemplo de que han salido baratos los errores para AMLO y los miembros de la 4T, es lo ocurrido con la Línea 12 del Metro que, habiéndosele caído a su candidata favorita, Claudia Sheinbaum, con saldo de 26 muertos y 104 heridos, gracias al manto presidencial que la protege, la funcionaria continúa en funciones y hasta dándose el lujo de ahora ser ella quien oculta información que no le es favorable, como sucede con el informe de la empresa noruega que se contrató para deslindar responsabilidades del mencionado desplome.

La lista de errores por los que AMLO no ha pagado facturas altas es interminable, y todo ello en razón de la terquedad de un presidente por imponer sus proyectos sin sustento técnico, de hacer oídos sordos a las alertas, de obligar una “austeridad republicana” en asuntos de primera necesidad desestimando el caos que se genera para únicamente satisfacer sus caprichos y cobrar venganzas, ya debiera estar pasándole facturas más altas al presidente que se ha esmerado en demostrar poder por encima de sus enemigos y opositores.

Sin embargo, es urgente que el presidente Andrés Manuel López Obrador, deje de actuar por impulsos, caprichos y ocurrencias, y por primera vez piense primero en garantizar la seguridad y protección de la gente que gobierna -y la que nos visita-, y atienda los llamados de alerta que le está haciendo la Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Línea Aérea (IFALPA, por sus siglas en inglés), la cual ha advertido sobre la posibilidad de que se presente un accidente de aviación en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), que podría ser causado por la falta de capacitación de los controladores aéreos ante el rediseño del espacio aéreo en la capital del país, debido a la entrada en operación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). AMLO debe saber que ante un eventual accidente como el que se anticipa -que nadie desea- él será el único responsable por negligencia criminal.

La organización internacional recomendó a los pilotos, luego de citar incidentes recientes en el AICM que atribuyó a la falta de pericia que acusa en los controladores aéreos, que de recibir instrucciones sobre la altitud a la que deben sobrevolar que pudieran resultar cuestionables, “resolver la situaciones conforme a su criterio” a fin de evitar un posible incidente.

En la alerta difundida el pasado miércoles, la IFALPA expresó su preocupación al asegurar que tuvo conocimiento de que en el último mes una aeronave estuvo a punto de registrar lo que se conoce en el sector como “impacto contra el terreno sin pérdida de control”, un accidente grave, por irregularidades en la operación de los controladores aéreos en el AICM.

Señaló que se ha instruido y hecho recomendaciones muy específicas a las tripulaciones para que extremen precauciones de todo tipo, ya que además, han recibido autorizaciones (de parte de los controladores) que no se adhieren a las restricciones STAR, sin contar que éstos no usan la fraseología adecuada de la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO), lo que ha aumentado la confusión entre la tripulación.

De manera que, la Asociaciones de Pilotos ha cumplido con la parte que le corresponde, en lo que podría tomarse como un deslinde de responsabilidades; y el presidente ha quedado conminado a actuar en consecuencia para evitar una tragedia. A partir de ahora, todo lo que haga o deje de hacer el Ejecutivo Federal en torno a este asunto, se tomará como una decisión tomada con conocimiento de causa y en ese mismo tenor se le debe juzgar.

opinion.salcosga@hotmail.com
@salvadorcosio1

• Salvador Cosío Gaona

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Es Abogado por la U de G, con estudios de posgrado en Administración Pública, Economía Política, Economía del Sector Publico, Administración Municipal, Finanzas Publicas, Administración y Desarrollo de Recursos Humanos, Financiamiento para el desarrollo y Políticas Publicas, en diversas instituciones. Tiene el Grado de Doctor en Derecho con la distinción Maxima Cum Laude en la Universidad Complutense de Madrid en España.

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