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AMLO-Sheinbaum y Marcelo Ebrard

El presidente vive uno de los episodios más desesperantes de toda su vida, no sólo en su rol de político, sino como ser humano. El escándalo derivado de la llamada “Casa Gris” de Houston alteró su mente, y en consecuencia, su estado emocional. Muchos de quienes votamos y nos la jugamos con aquel Andrés Manuel López Obrador que abanderaba las causas más justas del espíritu democrático, hoy lo vemos,escuchamos y sentimos, más cercano a la tiranía.

Es preocupante por lo riesgoso del asunto. Desde el púlpito mañanero, prevalece la insistencia de polarizar y confrontar al país. Los unos contra los otros. Eso es en extremo peligroso. Y es que una de las tareas fundamentales de un mandatario es procurar la unidad y la conciliación nacional a fin de sortear con éxito los colosales desafíos que a diario encaramos.

Nunca antes, desde Palacio Nacional, se había convocado con tanta persistencia al linchamiento de quienes ejercen el sagrado derecho de disentir y ejercer la libertad de expresión.

El pronóstico del daño que esto provoca en la convivencia social es reservado. Sin embargo no se necesitan tres dedos de frente para saber que promover la división jamás suma, al contrario, siempre resta.

De cualquier manera, no está por demás hacer una reflexión sobre el impacto político partidista de la furia presidencial.

Las encuestas arrojan información clave: la popularidad de AMLO se encuentra en un momento crítico. De hecho, algunos sondeos muestran una caída de más de diez puntos porcentuales como resultado del reportaje que reveló la lujosa vida de su primogénito José Ramón López Beltrán. Al respecto, conocedores en la materia, vaticinan un desplome que en breve colocaría a López Obrador por debajo del 45 por ciento de aprobación.    

¿Quién pierde con lo anterior? Morena y Claudia Sheinbaum, la favorita de Andrés Manuel para sucederlo en 2024. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, defensora a ultranza de su creador, y con la intención de mantenerse en su ánimo por impulsar su candidatura, hace suyos los airados reclamos de su tutor. Dicho de otro modo,  Sheinbaum Pardo, en aras de sostenerse como la predilecta de López Obrador comete un gravísimo error: replicar la narrativa de odio y rencor que ha ocasionado el desencanto de millones de mexicanos y miles de morenistas.

El quid del tema, es que ante los ojos de grandes sectores, Claudia Sheinbaum se presenta como una mujer con dueño, sin una narrativa auténtica ni pensamientos propios. Vamos, una marioneta que depende del titiritero, porque una cosa es definirse y otra muy distinta sumarse a una reyerta sin sentido.

Ahora bien, ¿quién gana? La oposición y Marcelo Luis Ebrard Casaubón. Considerado por propios y extraños como el miembro del gabinete con más oficio y talento, es propietario de su futuro y por fortuna es el contrapeso en un gobierno que hoy da tumbos. Sin su gestión en las relaciones internacionales, el desastre diplomático sería bastante mayor. Incluso, de no ser por su intervención en la pandemia, Hugo López-Gatell habría consumado uno de los genocidios más brutales de la historia.

El canciller mantiene buena aceptación en virtud de que ha sabido navegar en las aguas que agita el presidente.

¿Será el candidato de López Obrador y Morena? Es poco probable. ¿Podría encabezar a una expresión multipartidista? Sin duda. Es una posibilidad que líderes de diversos partidos ya han hablado. ¿La razón? Porque alguien deberá convocar a la concordia, restablecer la institucionalidad del Estado y restaurar nuestros vínculos con el mundo.

Así pues, me declaro entre los convencidos de que Marcelo Ebrard posee las cartas credenciales para encabezar una verdadera y profunda transformación.

@scarabrego11

   

• Óscar Ábrego

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Empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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