El pleito que abiertamente el presidente Andrés Manuel López Obrador ha abierto contra el periodista Carlos Loret de Mola, llega a extremos increíbles, al grado que podríamos hablar de un linchamiento y una persecución política.
La definición estriba en la desigualdad de quienes toman parte en este episodio, ya que se trata del presidente de un país (el hombre con mayor poder en México) y un simple comunicador.
Aunque desde el inicio de la administración Loret de Mola se ha convertido en uno de los más férreos críticos del primer mandatario, es hasta ahora que reveló el caso de las fincas de lujo en Houston donde ha residido José Manuel López Beltrán, hijo de López Obrador, cuando hizo que éste explotara en cólera.
En estos arrebatos, no reparó en cometer una serie de atropellos que ponen en evidencia un abuso de poder y una serie de acciones que pueden ser consideradas como delitos, al revelar los supuestos ingresos de Loret en una transmisión de “La Mañanera” a nivel nacional.
Y aunque distintas voces se levantaron y advirtieron de estos excesos, el presidente insistió en su andanada al extremo de pedir al Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), que realice una investigación “para hacer públicas las percepciones, los bienes y el origen de la riqueza que posee el señor Carlos Loret de Mola, socios y familiares”. Y todavía pide que le aclaren si como ciudadano puede dar a conocer los ingresos del señor Loret de Mola.
Señala que todo puede conseguirse en el Registro Público de la Propiedad y Comercio, en el Servicio de Administración Tributaria o la Unidad de Inteligencia Financiera.
Por supuesto que el INAI no tiene competencia para dar a conocer datos de la vida privada de los ciudadanos por lo que la petición sería inmediatamente rechazada.
No solo eso, en la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados (LGPDPPSO), se determina que los datos de las personas físicas y, mucho menos, exhibidos sin su consentimiento previo.
En su desproporcionado ataque, López Obrador acusó a la prensa crítica de ser mercenaria y al servicio de la mafia del poder político, por lo que los calificó como “golpistas”, por lo que dijo deben conocerse cuánto ganan los periodistas…
Debo admitir que en lo personal no me gusta el estilo del colega Carlos Loret de Mola. Me parece incluso un error que haya decidido convertir su carrera en una cruzada para desnudar los excesos, abusos y contradicciones del presidente López Obrador que insiste una y otra vez que “no somos iguales” mientras sus actos y decisiones de gobierno en realidad parecen más de lo mismo.
Sin embargo, es la decisión que tomó Loret y en este oscuro episodio del poder presidencial contra la prensa en México, estoy absolutamente convencido que AMLO está equivocando el camino.
En el ejercicio que se realizó hace unos días al que se sumaron más de 60 mil personas para condenar los ataques contra Loret de Mola, el presidente reaccionó con fiereza y colocó a todos en su etiqueta de “conservadores” e hipócritas.
Este último pasaje, me hizo recordar al personaje del chiste aquel que describe cómo un hombre se mete en sentido contrario en una saturada avenida y piensa que quienes están mal, son todos aquellos que vienen de frente a él.