¿En qué ciudad del mundo se permite que una obra pública dañe monumentos históricos, provoque el cierre de los edificios y no haya un responsable?
Es el caso de la polémica Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, que en su construcción dañó el templo de San José, la Catedral metropolitana, el Museo del Periodismo y el templo de San Francisco, estos dos últimos cerrados desde hace tres años.
Los daños habrían sido consecuencia de un deficiente proyecto, errores técnicos cometidos en el empleo de la tuneladora y hasta extrañas razones que cambiaron los planes originales.
La firma española SENER, reconoce en un artículo para interempresas.net firmado por Silvia Arrate, geóloga responsable del tramo subterráneo de la Línea 3 y Eloy Paris, ingeniero de minas de la compañía y responsable adjunto del túnel, que el proyecto fue modificado.
Aunque regularmente en obras como un metro primero se construyen las estaciones y después el túnel, los autores de este informe admiten que debieron cambiar el proyecto original “por motivos ajenos a los puramente técnicos, se decidió el paso de la tuneladora previamente a la excavación completa de las estaciones”.
A lo largo del tramo subterráneo, reconocen también los hundimientos más allá de los proyectados y la presencia de agua durante todo el trayecto. También revelan que aunque SENER ya tenía la gerencia de toda la obra de la Línea 3 a través de la filial Senermex, fueron subcontratados por Consorcio Túnel Guadalajara, para el control total de los parámetros de operación de la tuneladora bautizada como “La Tapatía”.
En el citado artículo donde cuentan la experiencia del “metro” en Guadalajara, reconocen que la catedral de Guadalajara, el templo de San José, el templo de San Francisco, el museo de Periodismo, el Santuario y el Palacio Municipal fueron considerados como de alto valor histórico y de elevado riesgo durante la excavación.
En especial, se refieren al templo de San Francisco ya que por esta zona el trazado requería una curva y para proteger el monumento histórico, fue necesario emplear la técnica de “jet grouting” o inyección de concreto para proteger los cimientos del edificio.
Los técnicos de SENER refieren que fue un éxito ya que hubo cero afectaciones al templo, lo que por supuesto no es así ya que junto al mismo se registró un socavón y la iglesia fue severamente afectada.
Un especialista que orientó al columnista, señala que en la curva para acceder a Revolución, se hicieron mal los cálculos. En la tuneladora el anillo de concreto sirve para un radio mínimo de curvatura de 250 metros y la curva es de 250 metros por eso debió preverse un ángulo de 300 metros.
En el informe citado de SENER, reconocen que era necesario que “La Tapatía” hiciera un trazado en curva de 289 metros, “muy cercano al radio crítico de giro de diseño para esta máquina”.
Lo que al final sostiene el especialista consultado, es que al tener la limitación de ángulo de giro, casi igual al ángulo posible con el anillo de concreto, los gatos de empuje causaron los daños y esta torsión provocó desperfectos en la rueda de corte por lo que la tuneladora estuvo meses detenida.
Esta falla de San Francisco, no podría considerarse como la historia de éxito del “metro” tapatío que ahora se cuenta en España.