Por si algunos pensaban que la afrenta hecha por el presidente de México al no reconocer en tiempo y forma -como sí lo hicieron decenas de mandatarios en todo el mundo- la victoria del entonces candidato demócrata Joe Biden a la presidencia de la Casa Blanca había sido ‘peccata minuta’ y no había causado daño o malestar alguno en el ánimo del nuevo presidente del país vecino del norte, habrá que hacer una reconsideración al respecto. Y para ello, basta observar que han transcurrido alrededor de 48 horas desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció el domingo a través de sus redes sociales que se había contagiado de Covid-19, y es tiempo que el presidente de Estados Unidos de América, Joe Biden, no ha escrito una sola línea para expresar algún sentimiento o palabra de aliento a su homólogo mexicano.
Desde aquel 3 de noviembre en que se llevó a cabo la elección presidencial y ya se anunciaba a Biden como ganador, López Obrador advertía que no enviaría una felicitación sino hasta que la victoria de cualquier de los contendientes fuese oficial; reconocida y validada por el Colegio Electoral. Finalmente el 14 de diciembre, el mandatario mexicano envió una carta de felicitación a Joseph Biden, en la que con su muy peculiar estilo, lo felicitó por su triunfo aunque párrafos más adelante le advertía que bajo su égida se seguirían aplicando los principios básicos de no intervención y autodeterminación de los pueblos.
El pasado 6 de enero en medio de la tragedia ya de todos conocida cuando simpatizantes del polémico ex presidente Donald Trump intentaron tomar por asalto el Capitolio resultando el fallecimiento de cinco personas, AMLO hizo nuevamente mutis para manifestar cualquier expresión de pesar ante lo ocurrido.
Al día siguiente en su conferencia a pregunta expresa de la prensa, respondió: “No vamos nosotros a intervenir en estos asuntos que corresponden resolver, atender a los estadounidenses, esa es nuestra política”, dijo el presidente de México
Biden fue investido como presidente de Estados Unidos de América el miércoles 20 de enero, y un par de días después, ambos mandatarios se pusieron al teléfono por primera vez desde que el demócrata venció a Trump, el amigo de AMLO.
Es menester analizar someramente, además, el alcance y prospectiva sobre lo hablado y sus posibles repercusiones reales, ya que quizá las expectativas que cada uno de ellos tiene sean distintas o al menos interpretables en diverso sentido.
López compartió en su cuenta oficial de Twitter, parte de su charla con el entrante mandatario estadounidense, a quien el tabasqueño describió como amable y respetuoso, y señaló: “Conversamos con el presidente Biden, fue amable y respetuoso. Tratamos asuntos relacionados con la migración, el #COVID19 y la cooperación para el desarrollo y el bienestar. Todo indica que serán buenas las relaciones por el bien de nuestros pueblos y naciones”.
En la comunicación telefónica el tabasqueño felicitó a Biden por su reciente asunción al poder, al tiempo que le expresó sus mejores deseos para su gestión, así como la voluntad del gobierno federal mexicano para trabajar conjuntamente en la amplia agenda bilateral.
Entre los temas que se tocaron en la llamada entre ambos presidentes está la pandemia del nuevo coronavirus causante de COVID-19 y subrayaron que se requiere de una cooperación efectiva entre las naciones para combatirla. En ese sentido, se dice, acordaron que sus gobiernos colaborarán para hacer frente a diversos retos derivados de la situación que mantiene en alerta a las autoridades sanitarias del mundo.
En un comunicado, la Secretaría de Relaciones Exteriores describió que la conversación se “desarrolló en tono cordial”, en la que el presidente López Obrador celebró el reconocimiento a las aportaciones de la comunidad migrante mexicana en Estados Unidos.
Finalmente, se señala ‘acordaron que trabajarán en conjunto para avanzar en un planteamiento común de desarrollo y bienestar’.
Además de sobre la pandemia, un tema fundamental que se habló en esta primera comunicación oficial entre ambos mandatarios, fue el de los asuntos migratorios.
En sus comentarios sobre lo hablado con Biden, López Obrador expuso que la tesis de su gobierno es que «la solución de fondo al fenómeno de la migración pasa por la promoción del desarrollo en las comunidades de origen» y sobre ello hay que recordar que hay aproximadamente 36 millones de habitantes en Estados Unidos de America de origen mexicano, lo que representa un 63% de los latinos que viven en ese vecino país.
Desde La Casa Blanca hubo un comunicado sobre la llamada y en ella hay un párrafo que merecerá análisis, pues dice: “Los dos líderes acordaron trabajar cercanamente para contener el flujo irregular migratorio a México y Estados Unidos, y promover también el desarrollo en el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala)”, según se lee en el comunicado emitido por el gobierno a cargo de Biden. En su texto, La Casa Blanca señala: “Biden subrayó su plan de reducir la migración abordando las causas que la generan, incrementando la capacidad para reacomodar la capacidad y alternativas legales migratorias para mejorar el proceso en la frontera de la adjudicación de asilo y para revertir las políticas draconianas de inmigración del gobierno pasado a cargo de Donald Trump”, y desde ahí habrá que analizar a fondo y al tiempo cuál es la interpretación y por ende la actitud real que tendrá el nuevo gobierno a cargo de los demócratas en el país vecino al norte con Biden a la cabeza y bajo la influencia de la Vicepresidenta Kamala Harris quien no se ha significado mayormente hasta ahora en su actuación pública como una gran aliada de las causas de México en relación a su convivencia con el norteño país de las barras y las estrellas.
Y habrá que ver cómo es que el gobierno de Biden desea realmente contener la migración hacia su país desde Centroamérica y pasando por México, pues a pesar de haberse declarado cancelada la obra del famoso Muro entre nuestros países -que en realidad existe ya en gran medida construido-, más allá de la cooperación para el desarrollo de los pueblos desde donde se genera la migración hacia el norte, podría haber otras muchas medidas para frenarla que quizá deban estarse previniendo.
Los temas más complejos no fueron abordados durante esta primera charla; asuntos como la seguridad, el combate a las drogas, el muro fronterizo, temas energéticos, de medio ambiente e incluso el espinoso asunto del General Cienfuegos quedaron para otra ocasión. Quizá no era lo conveniente en ese primer encuentro, pero en algún momento los tendrán que abordar y ya se verá si la conversa se mantiene tan tersa como la describió AMLO.
Lo cierto es que, insisto, el silencio de Biden ante el contagio de Andrés Manuel habla más que lo que haya expresado en su conversación del viernes. Y tampoco debería de ser soslayado, el hecho de que muy pocos mandatarios le han dirigido palabras respecto a su convalecencia. Salvo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, Alberto Fernandez de Argentina, Nicolas Maduro de Venezuela, Miguel Díaz-Canel de Cuba, Pedro Sánchez de España y Juan Orlando Hernández de El Salvador, no ha habido más manifestaciones al respecto, y ello es quizá un reflejo de que sus amigos son pocos y que no inspira tal vez profusas simpatías más allá de nuestras fronteras.
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