Si por el norte a Jalisco le arrebatan al menos dos mil 700 kilómetros cuadrados de superficie, por el sur pierde 406 kilómetros cuadrados.
Como ocurre con el caso de Nayarit que invade a dos municipios de la zona norte por la indefinición de límites, con Colima sucede exactamente lo mismo al no definirse con claridad la extensión de los territorios que motivó incluso una disputa legal.
En tiempos de la colonia, la división territorial de los estados era por medio de partidos y en 1823 el partido de Colima fue segregado de Jalisco. Un año después, en 1824, se declara a Colima territorio federal y en 1857 es elevado al rango de estado libre y soberano.
Pero en los vapuleos de la historia de México, nunca como territorio y luego como naciente estado se especificaron los límites con Jalisco. De esta forma surgieron los conflictos por definir 406 kilómetros cuadrados en los sitios conocidos como Peña Blanca, Peña Colorada y la zona del Volcán.
La polémica por los límites se desata porque los colimenses reconocen a la cresta de la sierra como el límite, en tanto que historiadores y geógrafos de Jalisco señalan al río Minatitlán o Marabasco como el límite.
El otro punto en disputa es la franja conocida como La Culebra, misma que incluye el impresionante desarrollo de Isla Navidad. Al ser según Jalisco el río el que marca los límites, cartografía de siglos pasados establece que los límites tenían como punto a Peña Blanca, un islote en el mar cerca del aeropuerto Playa de Oro de Manzanillo.
De ser correcto este alegato, la misma terminal aérea quedaría del lado de Jalisco.
En 1890 el gobernador de Jalisco Mariano Bárcenas integró la primera comisión para atender el problema pero no llegó a ninguna conclusión. El 20 de noviembre de 1989, los gobernadores de Colima, Elías Zamora Verduzco y de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, ordenan la integración de sendas comisiones para que resuelvan el problema, pero fracasaron.
La Comisión de Jalisco aportó mapas y documentos desde 1818 y hasta 1900, que acreditan que los límites entre Jalisco y Colima siempre fueron el río Marabasco y Peña Blanca, por lo que los 406 kilómetros cuadrados quedarían del lado jalisciense.
La Comisión de Colima argumentó que desde hace siglo y medio tiene la posesión de los territorios en disputa y que ha ejercido actos de soberanía y gobierno sobre esas zonas por lo que le pertenecen.
En diciembre de 1997, el gobierno de Alberto Cárdenas decide interponer una controversia constitucional en contra de Colima por la ocupación de 406 kilómetros cuadrados, pero la demanda resultó ser una vacilada.
Con la asesoría del abogado Manuel Bailón Cabrera, alude como alegato jurídico, preceptos como “la verdad, el ser, el amor, el orden y la belleza”. Y pide a la Suprema Corte de Justicia, que evite el “desorden” que es “la negación de la belleza” y que termine con el caos actual que genera la pretensión de Colima de que le pertenece la zona en disputa.
Y todavía es más “dura” la argumentación: “la fealdad, la negación de la belleza, consiste en que Colima está usurpando parte del territorio de Jalisco lo que implica que es feo que en mi propia casa llegue un extraño a la misma y pretenda hacer valer que es la suya”. Por tan deficiente alegato, el gobierno de Jalisco se desiste de la demanda e interpone una nueva bajo expediente 1/98, esta vez preparada por el constitucionalista Clemente Valdez.
Pero la controversia ha ido de la Suprema Corte de Justicia al senado y viceversa sin resolución alguna, ante la indiferencia de los gobiernos panistas o priístas que olvidaron la popular arenga de que “cuando Jalisco pierde, arrebata”.