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Enrique Alfaro: versiones tenebrosos

En las semanas recientes algunos colaboradores cercanos a Enrique Alfaro han deslizado información que no pocos llamarían morbosa; sin embargo, yo prefiero considerarla interesante.

Con la sobrada confianza que suelen presumir los allegados al proyecto emecista en Jalisco, éstos ya comenzaron a compartir versiones en muy variados sentidos. Vale la pena referir dos de ellas.

Por un lado, se afirma que en el primer círculo alfarista hay quienes impulsan la idea de desmarcarse cuanto antes del poderoso Grupo Universidad, liderado por Raúl Padilla López, en virtud de que en términos cuantitativos y cualitativos no se percibe ninguna aportación trascendente (sólo el proyecto de la refundación) en favor de la campaña naranja.

Uno de los argumentos más sonado es que en la trinchera universitaria poco se hace para disparar contra los adversarios electorales de Alfaro, en especial contra Carlos Lomelí, el candidato morenista de la coalición Juntos Haremos Historia. Se afirma que no sólo hay decepción, sino molestia, porque lo dejaron solo en medio de la guerra, pues todas las señales indican que optaron por la cautela, ante la enorme probabilidad de que Andrés Manuel López Obrador se convierta en presidente de la República.

Incluso, ronda por los pasillos de la grilla, la noticia de que el mismo Enrique ha dejado entrever la posibilidad de que en caso de llegar al Palacio de Gobierno, una de las primeras acciones, será conformar un grupo paralelo al que en la actualidad ostenta el control político en la Benemérita, a fin de colocar a una nueva generación de hombres y mujeres incondicionales a él, no a Raúl.

Pero hay más. Respecto de la campaña presidencial de Ricardo Anaya, los principales estrategas de Enrique Alfaro Ramírez lo han convencido de que es muy inconveniente que a tres semanas de la elección lo vinculen de manera estrecha con el otrora llamado “joven maravilla”.

Lo anterior quedó demostrado a plenitud durante la reciente rueda de prensa que ofreció la semana pasada en Guadalajara el abanderado de la coalición México al Frente, en la que Enrique Alfaro –muy lejos de su costumbre- se escondió al fondo y a la izquierda de todos los participantes, cuando la lógica dictaba que debió aparecer justo a un lado de su candidato presidencial, quien apesta a corrupción y mentiras.

Así pues, lo cierto es que estas filtraciones cobran cada vez más fuerza en el círculo rojo. Por supuesto que de ello no se hablará con la libertad deseada, puesto que la victoria electoral aún no está garantizada.

Antes de concluir, hay que recordar que Enrique es un político que no comparte el poder, sino que sólo lo distribuye. Tengamos en cuenta que muchos de sus incondicionales aprendieron que para sobrevivir en la nómina del poder hay que ser obedientes y silentes.

Si bien esto es muy cuestionable, también es verdad que Alfaro representa el principio y el final de un episodio en la historia política de nuestro Estado. Y es que en el horizonte no se vislumbra la aparición de nuevos liderazgos políticos que marquen distancia y diferencia con respecto a la realidad pasada y presente de nuestra entidad.

Por eso, algo me dice que será el propio Alfaro –de ganar la elección- quien confirme o no estas versiones tenebrosas.

• Paralelo Veinte

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